Casi un siglo del asesinato de Pancho Villa

Casi un siglo del asesinato de Pancho Villa

El 20 de julio de 1923 moría asesinado el legendario revolucionario mexicano Pancho Villa, líder junto a Zapata, del sector agrarista en La Revolución Mexicana.

Villa se proclamó gobernador militar del Estado de Chihuahua, comenzando el extraordinario experimento de organizar con su propia cabeza un gobierno para 300. 000 gentes.

Doroteo Arango (1878-1923) su verdadero nombre,  pasó una parte de su vida huyendo de la justicia. Desde adolescente fue asaltante de caminos y  apropiador  de ganado.

En el libro «Pancho Villa. Una biografía narrativa», el escritor Paco Ignacio Taibo II dice que El Caudillo del Norte “solía despertarse, casi siempre, en un lugar diferente del que originalmente había elegido para dormir”.

En 1910 se unió al Plan de San Luis, promovido por Francisco I. Madero, con el que llamaba al país a levantarse en armas contra el entonces presidente Porfirio Díaz.

El Plan fue la respuesta al fraude en las elecciones de ese año, donde Madero fue candidato. Es el inicio de la Revolución Mexicana.

Villa era un personaje popular en el norte de México, especialmente en Chihuahua. La decisión de unirse al movimiento armado fue apoyada rápidamente por miles de personas.

Decenas de pueblos de ese estado se quedaron prácticamente vacíos pues todos los hombres y muchas mujeres se unieron a la División del Norte, comandada por Villa.

El “Centauro del Norte”, como se le llamaba, era un hombre iletrado pero también un gran estratega militar.

De hecho la División del Norte, formada por más de 30.000 soldados, fue decisiva en la derrota del ejército de Díaz y su decisión de abandonar el país para siempre. Su eficacia en el combate es parte de la leyenda.

La estrategia militar es una de las facetas más conocidas de Doroteo Arango, pero en realidad la biografía del personaje va más allá. 

Villa, junto con el otro líder  icónico de la Revolución, Emiliano Zapata, tenían un proyecto “de revolución social”, para terminar con la desigualdad que se profundizó durante el gobierno de Porfirio Díaz.

Un país donde el 70% de los habitantes eran analfabetas y más de la mitad vivía en condición de pobreza.

El Centauro del Norte, por ejemplo, prohibió los latifundios en Chihuahua, el estado más grande de México.

Una decisión fundamental en un territorio  donde un solo hacendado, Luis Terrazas, era dueño de 2,4 millones de hectáreas de tierras.

Este terrateniente, que fue gobernador en 1861, solía decir: “Yo no soy de Chihuahua, Chihuahua es mío”.

Villa fue gobernador interino del estado en 1913, pero en ese lapso   “una persona que apenas sabía leer y escribir”, como era el Centauro del Norte, “fundó en un mes 50 escuelas” dice el escritor Taibo II.

A pesar de las contradicciones la imagen del revolucionario  sigue presente en México.

Villa, junto con Zapata, “representan en este momento la lucha de los pueblos en defensa de sus tierras, sus recursos y su cultura”