Para educar hay que involucrarse por la paz: sin cultura y práctica de paz no hay educación

ENRIQUE DÍEZ

La paz es un derecho humano del que todas las personas, los grupos y los pueblos somos titulares: todas y todos tenemos derecho a vivir en paz; todas y todos tenemos derecho a una paz justa, sostenible y duradera.

Por eso, lo que debemos exigir desde la comunidad educativa y social de este país es que el Gobierno que hemos elegido lidere de forma urgente e inaplazable propuestas de paz en la Unión Europea, en vez de poner más leña en el fuego, siguiendo el ejemplo del grupo de países latinoamericanos que promueven el diálogo entre Ucrania y Rusia para encontrar la paz.

¿Cómo podemos promover la paz mandando tanques y armamento a Ucrania para prolongar la guerra? ¿Cómo podemos decir que apoyamos los objetivos del desarrollo sostenible apoyando la estrategia suicida de alimentar esa guerra? ¿Cómo podemos decir que educamos en las escuelas y las universidades en el sagrado valor de la paz si nos unimos a la vorágine belicista de EEUU y la OTAN, mientras permitimos a su vez la masacre de Israel sobre el pueblo palestino o alentamos y mantenemos el genocidio en Yemen, y la barbarie bélica en otros tantos lugares del mundo, ante los que procuramos mirar para otro lado e ignorarlos, a la vez que les suministramos armamento?

Por eso este texto es breve y directo: es un llamamiento a impulsar desde la comunidad educativa, con el apoyo progresivo de la comunidad social, un movimiento permanente por la paz, potente y masivo, ante la irresponsable deriva de las guerras, oponiéndonos tajantemente en primer lugar a la escalada militar en Ucrania, y provocar un clamor social que exija un alto el fuego y el diálogo para llegar a acuerdos de paz, justos y duraderos.

No podemos seguir en esta vorágine belicista en Ucrania que impulsa Estados Unidos y la OTAN y que responde Rusia en el terreno de juego de Europa, al servicio de los intereses económicos, militares y geopolíticos de las corporaciones de estas superpotencias. La guerra solo beneficia a la industria armamentística y a las grandes empresas capitalistas que ansían prolongar el conflicto armado y enriquecerse con la reconstrucción que sucede a toda guerra. Como decía el dibujante Forges “no hay guerras justas y guerras injustas: solo hay malditas guerras”. Es lo mismo que nos recordaba Julio Anguita: “Malditas sean las guerras y los canallas que las hacen”.

Debemos impulsar una movilización social en toda Europa que conciencie a la sociedad de la necesidad de poner en marcha de forma inmediata conversaciones de paz en el marco de la ONU y de la OSCE, para alcanzar de forma urgente y unánime un acuerdo de paz que ponga fin a esta confrontación bélica y a las otras guerras olvidadas en todo el mundo. Así lo están haciendo colectivos de profesorado universitario y académicos de diferentes universidades españolas como Uni-Digna.

Si no lo hacemos, no estaremos educando para la paz, por muchas declaraciones que hagamos o días que celebremos. Si no lo hacemos, en definitiva, no estaremos ni siquiera educando. Porque solo podemos educar si educamos en y para la paz. Involucrando a toda la comunidad educativa en luchar por erradicar los conflictos armados, internos e internacionales, en impulsar el derecho a la seguridad humana y a vivir en un entorno seguro y sano. Así como en educar en el derecho a la desobediencia civil y a la objeción de conciencia frente a actividades que supongan amenazas contra la paz; y en el derecho a exigir a todos los Estados un desarme general y completo.

Este artículo fue originalmente publicado en eldiariodelaeducacion.com.

CGT Enseñanza Aragón

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