Ana López Navajas: «La exclusión de las aportaciones de las mujeres a la historia supone una pérdida cultural y una falta de rigor»

Ana López Navajas: «La exclusión de las aportaciones de las mujeres a la historia supone una pérdida cultural y una falta de rigor»

Ana López Navajas es filóloga y una de las mayores investigadoras en relación al papel de las mujeres a lo largo de la historia de la cultura, el arte y la ciencia. Es responsable del proyecto Erasmus+ Women’s Legacy que pretende acercar a las materias de la secundaria obligatoria las contribuciones que las mujeres llevan toda la historia haciendo a las diferentes disciplinas. Hablamos con ella sobre este trabajo y sobre la importancia de incorporar esta parte de la historia a la cultura general, entre otras cosas, para aliviar las desigualdades entre mujeres y hombres.

PABLO GUTIÉRREZ DEL ÁLAMO

Entrevistar a Ana López Navajas es, además de otras cosas, asistir a una clase rápida de historia de la literatura, la música, la pintura y la ciencia. Una clase alternativa en la que los nombres de mujeres de diferentes latitudes y épocas no paran de asomar. Unas mujeres de las que, en la mayor parte de los casos, uno no había oído hablar nunca. Este es el trabajo de esta profesora e investigadora de la Universidad de Valencia que coordina un proyecto, Erasmus+ Women’s Legacy (liderado por la Conselleria de Educación de la Comunidad Valenciana), que pretende, no recuperar estos conocimientos, sino divulgarlos. Y hacerlo para el profesorado de la educación secundaria obligatoria.

Se trata de uno de las grandes brechas en la igualdad entre hombres y mujeres. Creer que ellos han sido los protagonistas de todo, haciendo que sus trabajos sean vistos como universales, mientras las aportaciones de ellas han quedado enterradas por el tiempo y, en buena medida, por la falta de rigor. Así lo cree. Después de 40 años de estudios de mujeres, de feminismo y de género, el conocimiento está ahí, «lo difícil es conocerlas y divulgarlas, por eso hemos hecho este proyecto».

El pasado invierno se hizo la presentación del proyecto Erasmus+ Women’s Legacy que coordinas. ¿Por qué habéis creído que era necesario?

Porque pensamos que es necesario pasar a la acción para cambiar la transmisión cultural que se proudce desde las aulas, a través de los contenidos educativos. Es muy necesario el tema de la sensibilización o la toma de conciencia de esta ausencia de referentes, porque todavía hay mucho por hacer en ese camino, pero debemos dar un paso más e incluirlas en los contenidos educativos.Y esto no se puede hacer de cualquier manera, como si fueran figuras que se incluyen en los mismos contenidos que hay ya. Con ellas arrastran mucho más, otros espacios para la creación -los domésticos-, otros intereses, por ejemplo, en la ciencia, de carácter más práctico; arrastran otros géneros en la creación, como las cartas, la novela corta… han escrito de todo, pero hay unos géneros a las que han sido más propicias. En arte, igual, donde no se puede explicar el bodegón o las naturalezas muertas sin la aportación de las pintoras: las flores, los retratos… En música pasa igual, ellas han practicado los géneros considerados “menores”, cuando en ellos encontramos composiciones de calidad increíble. Por eso, incluirlas significa cambiar de foco, de espacio, de peridización, de forma de crear y de hacer cultura. Todas estas aportaciones suyas están llenas de talento y son referencias indispensables para saber quiénes somos.

Su creación siempre se ha visto mediatizada por las mayores constricciones sociales: han tenido difícil acceso a la educación, a la profesionalización, al espacio público… y esto ha hecho que la manera de la creación se viera concernida: si tú no vas a ser la compositora de la corte o maestra de capilla, no vas a hacer grandes composiciones; harás composiciones para el espacio privado o semiprivado donde te encuentras.

Sin embargo, no es posible entender la cultura sin las aportaciones de las mujeres porque eso nos quita buena parte de las claves con las que podemos entendernos como sociedad.

Estas figuras completan otro panorama más amplio que nos aporta mucha más información sobre la creación artística de los humanos y, sobre todo, muestran que ellas conforman una tradición constante y rica desde el principio. No es esto de que se presente a una mujer sola entre hombres, la excepcionalidad entre hombres. Artemisia de Alicarnaso, Santa Teresa de Jesús… parecen todas excepciones en medio de un mundo creativo de hombres. Eso no tiene nada que ver con la realidad. Ha sido una de las formas de exclusión que más éxito ha tenido: que ellas no estuvieran reflejadas en los escritos. De manera que ahora naturalizamos el hecho de que ellas no estén. Pensamos: “Es que han debido estar siempre en casa”. Y eso representa una pérdida cultural de envergadura.

Por eso nace el proyecto, para solucionar esto.

A parte de ser una pérdida cultura, te he escuchado en alguna ocasión hablar de falta de rigor científico en relación a este “olvido”…

Efectivamente, ese sistemático olvido consigue desvirtuar los contenidos de un área de conocimiento. Llega un momento que, cuando en la historia de la literatura o del arte, sistemáticamente excluyes a las escritoras o las pintoras, esta historia acaba siendo falseada. Por ejemplo, en literatura, no tener presente a Santa Teresa como referencia en la autobiografía, no es posible. Abordar el desengaño barroco sin tener en cuenta la particularidad que a él añade María de Zayas o no contar con las todas las grandes escritoras del Barroco que siguen teniendo muchos problemas para aparecer en los libros de texto constituye, a estas alturas y con todos los estudios que hay detrás una clara falta de rigor a la hora de abordar estos contenidos literarios o de presentar un panorama literario que las integra. Un panorama literario que no es posble sin ellas. En Música, donde por ejemplo, no podemos entender el desarrollo de la ópera sin contar con la aportación de [Francesca] Caccini o de Pauline Viardot con la ópera de cámara o en arte, donde el canon del bodegón lo marca Fede Galizia, o la pintura abstracta se inicia con Hilma af Klint, aspectos poco reconocidos y que significan desvirtuar la propia historia del arte. Sus aportaciones, como su mirada y su expresión artística han sido esenciales para entender el desarrollo de la pintura, la literatura, la música o la ciencia. El propio desconocimiento sobre estos referentes -ellas nunca están entre “los maestros” que nos guían- y, sobre todo, su falta de contextualización, nos lleva a pensar que no han contribuido. Arrastrados por este prejuicio, el conocimiento de tu propia área se ve afectado.

Si no las conoces, sencillamente no conoces bien tu área. Y eso ya no tiene que ver solo con la igualdad y la necesidad de reconocimiento de estas mujeres, sino con el rigor con el que tú impartes la docencia, con el que conoces tu propia área.

Si las aportaciones de estas mujeres no llegan a cierto nivel de la Academia, es difícil que bajen a las editoriales de libros de texto y, por lo tanto, la naturalización de su presencia en la historia del conocimiento. Esta falta de acceso o de lugar reconocido en el mundo académico.

La academia se muestra en muchas ocasiones reacia a incorporar el resultado de las numerosas investigaciones sobre estudios de mujeres, feministas. Parece que esta cuestión es optativa. Que la perspectiva de género es algo que se puede o no elegir. Otro error. El saber contiene las aportaciones de todas y todos. Las investigaciones que han demostrado que las cosas son de otra manera [qué decir, por ejemplo, de Eunice Foote, que fue la primera que teorizó sobre cambio climático o Hilma af Klint sobre arte abstracto] y no se incluyen en la docencia, rebajan considerablemente el rigor con el que se imparte la materia. Pero siguen habiendo muchas áreas que se muestran impermeables a estos estudios y al final, eso acaba siendo un demérito, vuelvo a ello, una falta de rigor.

Sobre la dificultad de encontrar las aportaciones de las mujeres, es algo que se suele pensar. Las aportaciones de las mujeres están debidamente fundamentadas en todas las áreas desde hace ya mucho tiempo. Llevamos 40 años de estudios de mujeres, de estudios feministas, de género… muchas se han dedicado a sacar a la luz tradiciones de las mujeres, referentes en ciencias, arte, literatura, pensamiento, en farmacia… eso es una línea de investigación ya trabajada y a la que aún le falta mucho. Pero con lo que tenemos después de 40 años tenemos muy fundamentadas sus aportaciones en todas las épocas y áreas. Pero el desconocimiento es fuerte y se tiende a pensar que es difícil encontrarlas. Pero no, no es difícil. Lo difícil es conocerlas y divulgarlas, por eso hemos hecho este proyecto, como respuesta a esa necesidad. Ellas están, los estudios están, las puedes consultar, pero no están divulgadas.
El otro día hablaba (en la conferencia de la Universidad de Valencia) de una especie de impermeabilidad para incorporar si investigaciones que vienen de los estudios de mujeres. Parece que este tema sea optativo. No, la perspectiva de género que dicen. No, no hablemos de perspectiva de género, volvemos al tema del rigor.

Cuando descubrimos a Vivaldi lo incorporamos al mundo de la música; Góngora, que ha sido un poeta denostado durante dos siglos, lo hemos incorporado como importantísimo en la literatura. Ha habido investigaciones que han permeado los contenidos. Sin embargo, hay reticencia sobre la incorporación de las mujeres, aunque hay material de sobra. Sabemos que estuvieron ahí y lo que hicieron, cómo lo hicieron y no lo pasamos.

Si desde la academia no se incorpora será difícil que pase a la formación del profesorado que da clases en primaria y secundaria. Efectivamente. En la universidad esto es más difícil. Por eso desde el proyecto, después de analizar bien cuál es el lugar de intervención, no lo hemos hecho desde arriba, sino desde abajo.

¿Cómo?

La ESO es la última etapa educativa que coge a toda la población, la de mayor alcance, nos permite compartir unos referentes comunes. Lo que hemos hecho desde el proyecto es puesto un instrumento de intervención didáctica, un banco de recursos, a disposición del profesorado de secundaria. Más adelante ampliaremos etapas. De forma que pueda tener material, recursos y actividades para incorporar en el aula. Ese banco de recursos lo hemos dirigido también a las editoriales. Está en abierto, para que puedan usarlo cuanto quieran, inspirarse y cogerlo. No se trata de poner más barreras a las que siempre han recibido barreras. Que todo el mundo lo pueda usar.

Además, tiene una innovación interesante: no son actividades que uno propone descontextualizadas, por ejemplo, coger una científica y hacer preguntas sobre cómo ha sido su vida, sus problemas… eso en Ciencias no nos va a interesar. En todo caso en Ética. En ciencias nos interesa que Madame de Lavoisier estuvo trabajando en química; o el trabajo en cálculo diferencial que hizo Maria Gaetana Agnesi. Cuando lo damos donde toca, las incorporamos.

Lo que ligamos es a esas mujeres y sus tradiciones a los contenidos normativos, lo que necesita el profesorado. A partir de ahí, aportamos actividades y obras, sobre todo, obras porque se ha hablado mucho de ellas y se las ha dado poca voz. Se conoce poco su creación en arte, música, pensamiento, sus textos. los deportes que practicaron. Eso es lo que vamos a hacer con este instrumento.

Se trabajará fundamentalmente con obra femenina y con actividades ligadas a contenido normativo. Eso hace que el profesorado de secundaria lo reciba y lo pueda incorporar a clase, sea cual sea el material. Porque no hablamos de mujeres, hablamos de contenidos, con las mujeres como referentes, junto con los hombres. Por eso no tenemos que parar las clases y decir: “Ahora que hemos acabado la lección podemos ver estas científicas”.

Otro de los elementos que trabajamos es la academia. Estamos trabajando con los másteres de secundaria, hemos empezado por aquí para, al menos, poner a disposición del profesorado de los másteres también todo este material y la formación. De manera que el proyecto coge todos los niveles que afectan a la formación. Los másteres, el profesorado de secundaria y las editoriales.

¿Y las editoriales de libros de texto son receptivas?

Sí, lo son. SM ha estado muy interesada, Santillana ha tomado iniciativas. Acabamos de publicar un libro Laura y yo, el papel de las mujeres que les hemos hecho en la música, pero los tienen en las ciencias, en las tecnologías, en la historia, la evolución. En muchas cosas. Hay editoriales pequeñas como Micomicona que han hecho un esfuerzo incluso mayor. Hay sensibilidad por su parte. Ponerse en marcha es una cosa más difícil.

Así, administraciones, editoriales y profesorado y los recursos para el aula, son los aspectos sobre los que pesa el avance en esta línea. En la restitución de las contribuciones culturales de las mujeres y, por lo tanto, de su legitimación social. Y, por tanto, de la erradicación de las desigualdades, porque uno de los pilares profundos donde se asientan las desigualdades es este panorama cultural excluyente, hecho a medida de los hombres y que nos hace normalizar cualquier tipo de discriminación y desigualdad. El hecho de tener mayoritariamente referentes masculinos lleva a pensar que los hombres lo han hecho todo y las mujeres casi nada. Por lo tanto, que tienen menor valor social, son menos. Y eso forja desigualdades, que vienen impuestas en función del papel que nos han dicho que hemos representado en la historia y en la cultura. Y las mujeres parecen no haber contado. Ahí lo tenemos.

Coincidís con la reforma del currículo de la Lomloe, ¿tenéis expectativas de cambio en el Ministerio de Educación y FP?

Sí, esperamos que todo lo que estamos trabajando pueda incidir en la revisión curricular del Ministerio. Porque es muy necesario que aparezcan ahí, reflejadas. Hay currículos como el que tenemos en la Comunidad Valenciana, que está abierto, de manera que cuando te ponen referencias esenciales en la Grecia Clásica, o en la Historia, como no citan los nombres, debemos suponer que ahí están incluidas las mujeres. Deberían quedar reflejados los de hombres y mujeres. Solo con esto exigiría que toda esta tradición femenina quedara reflejada. De forma que cada docente o editorial pudiera abordar el tema desde una perspectiva que contara con todos.

Lo que ocurre es que hay currículos donde te dan nombres. Donde, por ejemplo, en el Barroco solo puedes nombrar necesariamente a Lope y a Calderón y solo a ellos. Ni sor Juana Inés, ni María de Zayas, ni Ana Caro, ni Catalina de Erauso… nada, todas las grandes barrocas no aparecen. Luisa de Carvajal Mendoza con su poesía… Toda esta riquísima producción de la época no aparece.

Es muy necesario, además, que los currículos incidan en otros aspectos. Por ejemplo, el tema de la reproducción en Biología. Es un tema muy secundario cuando debe ser principal. Es una vivencia que tanto hombres y mujeres, seguramente, pasarán a lo largo de su vida y de la que se sabe poco. El alumnado sale de la enseñanza reglada, sin saber de una cosa tan esencial como embarazos, parto, primeros cuidados, qué sucede, alimentación. Aparece un tema escueto.

Otro enfoque es el de las tecnologías. Tecnología parece ser que son los coches, cuestiones relativas con las ingenierías… sin embargo, la tecnología del hogar no está reflejada con la importancia que tiene. Es la que ha permitido, por ejemplo, la incorporación de las mujeres al mundo laboral, calidad de vida, mejores cuidados. Cuestiones del ámbito de los cuidados no aparecen como si no fueran problemas que necesiten solución tecnológica.

Se trata de hablar de una parte de la existencia que simplemente no está.

Exactamente, no aparece. Porque todo esto pertenece a los saberes de mujeres. Estos saberes han estado expulsados del mundo académico y, por tanto, como nuestros currículos son herederos de eso, no los tienen en cuenta.

Es necesario incorporar la perspectiva y los hechos de las mujeres para entender lo que ha pasado. Por ejemplo, el Humanismo como ideal universal. Sin embargo, todas las humanistas como Francisca de Nebrija, Luisa Sijea, Lucía de Medrano, Juliana Morell o incluso La Latina… todas estas se quedaron al margen y son la muestra de que aquello era un ideal masculino, no universal. Esa manía de ligar lo universal con lo masculino. Eso quedó muy en evidencia con la investigación previa que hice, cuando mostraba que había un 7,6% de referentes femeninos. Uno piensa que se atiende ahí a un discurso universal del arte, de la cultura y no. Nos lo venden como universal pero es parcial. Los únicos protagonistas que conocemos son ellos. Hace falta corregir, hace falta incluir otros espacios, por ejemplo, de creación científica como la cocina. En la cocina donde se han hecho avances, incluso tan importantes como el experimento que le permitió a Eunice Foote -antes que Tindall- en el XIX, teorizar sobre el cambio climático. Ella lo hizo en la cocina, donde hizo un experimento que publicó, que decía que cuando había vapor de agua y dióxido de carbono en el ambiente, la temperatura subía. Fue la primera persona y lo hizo en su cocina.

O como las aportaciones de María de Alejandría: la del baño maría, la del negro maría. Abrir otros espacios para entender que la ciencia también ha tenido avances en ellos, es muy importante, porque ahí estaban las mujeres. Es algo que debe permear el relato de la historia y la cultura que contamos.

Me remite al libro de Virginia Woolf y La habitación propia. No es, solo, el hecho de que las mujeres necesiten esa habitación propia para hacer todo esto, también de mirar las habitaciones que estaban utilizando hasta el momento.

Muy bien, efectivamente. Virginia Woolf habla de la necesidad de una habitación propia, de un espacio frente a la función de la mujer al servicio del hogar. Pero fíjate en lo que sucedía con las monjas en la edad media y en la moderna. Cuando entraban al convento lo hacían buscando una habitación propia. Por eso la producción musical de los conventos es tan buena; hay muchos escritos de monjas medievales. Tenemos a grandes pensadoras como Heloísa de Parácleto con sus reflexiones sobre la libertad del sujeto; o a Hildegarda de Bingen. Tenemos muchas figuras importantísimas. El convento ha sido una de las opciones de las mujeres para tener un poco de espacio, para no tener que estar sirviendo a todo el mundo.

Volver la mirada sobre todos esos espacios habitados por las mujeres nos devolverá a todos, hombres y mujeres, mucho saber, muchos recursos, muchas claves para hacer frente a problemas que tenemos ahora. Esa es la pérdida.

Hay también que tener en cuenta que los periodos no han sido iguales para hombres que pare mujeres. La edad media tuvo periodos, como el que va del siglo X al XII, que fueron especialmente buenos para ellas, mejor que el XVII.

¿En qué sentido?

En el sentido de que las expectativas y la calidad de vida a la que podían aspirar las mujeres eran mayores en unos periodos que en otros. Como ejemplo, en el siglo XVI, después de Trento, a las monjas se las encerró en los conventos, eliminaron las órdenes terciarias y les quitaron buena parte del poder y el peso que tenían en la iglesia. Y esto se tradujo en una pérdida de peso social. Por eso se permitió la caza de brujas. Frente a eso tenemos siglos en la edad media, como el siglo XII con una serie de figuras y elementos más populares. Te das cuenta de los ámbitos a los que se abrían las mujeres. Es el momento de los grandes conventos, donde muchas mujeres quedaban. También estaban las trovadoras, dentro de las cortes occitanas, como Leonor de Aquitania, que componían y creaban poesía. Tenemos a las poetas andalusíes que hablaban con voz gallarda y orgullosas de sí mismas. O a la historiadora Anna Commena, en Bizancio, con unos conocimientos de ingeniería, sobre las máquinas de guerra, asombrosos.

Tenemos, por ejemplo, a Eloísa del Parácleto con sus cartas, todo ese pensamiento que llega a María Zambrano pasando por muchas historiadoras que ha habido a lo largo de la historia. Una línea de pensamiento que tenemos olvidada. Como Christine de Pizan, Marie de Gournay, sobre la Querella de las Mujeres. Tenemos los Lais de María de Francia, una de las grandes obras de la literatura clásica.

Pero, además, tenemos a las juglaresas en niveles populares y cortesanos, con espacios en la corte, como Maria Balteira… había muchos espacios donde las mujeres podrían crear y moverse.

De la misma forma que la época romana representó, para las mujeres, un aumento de peso social frente a Grecia. Del siglo II al IV tenemos a todas las grandes médicas: Antiochis, Metrodora, Aspasia, Olimpia la tebana, que evitaba y provocaba abortos, Cleopatra… cuyos estudios nutrieron la escuela de Salerno, donde Trótula de Salerno, en el siglo XII también, fue su figura más destacada. Imagínate todo esto qué pérdida.

Todo el mundo conoce el Humanismo, la Ilustración, el Renacimiento. Muy poca gente conoce la Querella de las Mujeres. Nace con Christine de Pizan en el siglo XV y llega hasta el XVIII y participan pensadoras de todos los países. Aquí en España tenemos a Sor Isabel de Villena, la figura señera del siglo XV. También está Teresa de Cartagena.

Es como otro movimiento, la Beguinas ¿sabes quiénes son?

No, la verdad que no las conozco.

Las beguinas nacen en el siglo XI y XII. Se trata de un movimiento alternativo religioso conformado solo por mujeres. Las mujeres siempre han estado unidas a la religión (los espacios laicos han sido más masculinos), pero de forma alternativa, no estaban dentro de los conventos, sujetas a esas reglas. Era un grupo de mujeres solas que se dedicaban a enseñar, a atender a los moribundos o a los pobres. Hacían siempre obra social. Este movimiento duró desde el siglo XII hasta el siglo XXI. La última beguina murió en 2013. 800 años y no se acuerda nadie de ellas. Mujeres tan importantes porque, entre otras cosas, son las que han forjado la lengua francesa, la alemana y la neerlandesa. Las primeras que han escrito en esas lenguas porque ellas escribían para que la gente las entendiera. Las mujeres jamás han sido de la academia. Escribían en lengua vernácula. Hadewijch de Amberes tiene unas poesías místicas que son el primer escrito en neerlandés; Margarita Porete, con El libro de las almas simples, en el XIV, en francés, en el dice que podemos hablar directamente con Dios. La Iglesia la quemó viva. Después se replegaron sobre todo a los Países Bajos y siguieron. Eran mujeres solas, sin sometimiento a leyes religiosas, haciendo el bien. Olvidadas. Un movimiento tan importante y extenso en el tiempo y es transparente.

Esto me recuerda a algo que comentaste en la conferencia sobre la desaparición de las mujeres de las Antologías literarias de la contemporaneidad.

De la investigación que hice de los libros de texto, otra de las cosas que se veían claramente es que las mujeres continuaban desapareciendo de la narración de la contemporaneidad. En el relato del siglo XX y el XXI sigue habiendo un 6% de mujeres. No están incluidas en el relato de la contemporaneidad.

Carmen Peña, de la Universidad de Zaragoza, (Breve reflexión sobre las escritoras y el canon literario. 2020) estudió las historias de literatura que se utilizan y se han editado y analizó los tomos correspondientes a la literatura de los años 50 del siglo XX hasta la actualidad. Y las mujeres se mueven entre un 5 y un 16% de presencia dentro de la literatura de los último 70 años. La última historia de la literatura, la referida a ese periodo, de Jordi Gracia y Domingo Ródenas, aparecida en 2011 (Historia de la literatura española. 7. Derrota y restitución de la modernidad 1939-2010), solo aparecen un 7%. ¿De verdad esto es la literatura de los últimos años? ¿una literatura sin escritoras? Es un despropósito. Son unos datos que reflejan que el mecanismo de exclusión que consiste en que ellas no pasan a lo escrito, continua completamente vigente. Sencillamente, no es correcta. Además, como señala la autora, ellas no forman parte de la genealogía de “maestros”, por supuesto. Por eso antes hablaba de la falta de rigor. Eso no puede ser un manual de literatura que pretenda seriamente reflejar la literatura de las últimas décadas. Y si miramos las antologías, nos solemos encontrar más de lo mismo.

No solo aparecen pocas, sino descontextualizadas. Eso está muy lejos de representar un panorama literario acorde a nuestros tiempos. El artículo de Carmen Peña con los manuales lo deja en evidencia. Esta es una de las cosas que nos demuestra cuánto nos queda por hacer todavía.

El proyecto, será accesible a partir de febrero de 2022, ¿no?

Los productos que hagamos, el banco de recursos, el catálogo de obras, se podrán consultar, a partir de febrero del 22, aunque seguiremos trabajando en ellos. El proyecto Erasmus+ Women’s Legacy: Our Cultural Heritage for Equity, está liderado por la Conselleria de Educación de la Comunidad Valenciana, pero participan instituciones de varios países (Escocia, Lituania, Italia y España) y la asociación de docentes El legado de las mujeres, el IES Benicalap y otro instituto italiano y dos escuelas de formación para que se pueda hacer formación del profesorado por el territorio nacional. Además de la Universidad de Valencia.

El objetivo es crear y ofrecer en abierto recursos para incluir referentes femenios y sus obras y creaciones, donde corresponda y así, incidiendo en las aulas, contribuir a cambiar el relato de la cultura que compartimos y que se transmite en secundaria, la última etapa que compartimos todos, para eso lo hacemos.

Los catálogos de obras y autoras tienen una segunda finalidad, apoyar a las agendas culturales de las administraciones. Cuando se hacen festivales, exposiciones en museos, las artistas son sistemáticamente olvidadas, igual que en las antologías. Hay muchas y no aparecen. Eso también lo pueden usar las administraciones públicas para que puedan incorporar en sus agendas culturales a esas mujeres.

Este artículo fue originalmente publicado en eldiariodelaeducación.com

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